La traviata / G. Verdi
Lírica
MARÍA ERCOLANO – ISMAEL JORDI – JAVIER FRANCO – FRANCISCO SANTIAGO – PABLO GARCÍA LÓPEZ
AGOTADAS LAS LOCALIDADES
Producción del Teatro Villamarta
CORO DEL TEATRO VILLAMARTA
JESÚS RUIZ, escenografía y vestuario
CARLOS ARAGÓN, dirección musical
FRANCISCO LÓPEZ, dirección de escena
ARGUMENTO
ACTO I
Estamos en un salón de la casa de Violetta Valéry, famosa cortesana, en el que se está celebrando una fiesta. Es una forma de ahogar la angustia que la atormenta, porque sabe que su salud está gravemente minada. Violetta da la bienvenida a Flora y a otros amigos, entre los que se encuentra el barón Douphol, su amante habitual. Llega Gastón, otro amigo, con Alfredo, Violetta se muestra con él ligera, como de costumbre., pero en el fondo algo le atrae del joven. Cuando Alfredo, requerido por los demás invitados, hace el brindis, Violetta le responde con su canto al placer y a vivir el momento, a lo que se le une alegremente el coro de invitados.
Se oye música de baile procedente de un salón contiguo. Cuando los invitados se disponen a bailar, Violetta sufre un ataque de tos. Pide a los presentes que vayan a bailar y que no se preocupen; pero cuando se mira en un espejo y ve la palidez de rostro, se da cuenta de que uno de sus invitados ha permanecido junto a ella: es Alfredo. Tras mostrarle su preocupación por su salud, Alfredo le declara todo su amor. Después de una interrupción de Gastón, Violetta le ofrece a Alfredo una flor, una camelia: volverá a verlo cuando la flor se haya marchitado.
Con las luces del alba, los invitados se disponen a marcharse. Tras la despedida, Violetta queda sola, con sus pensamientos.
Piensa en Alfredo. Admite que, por primera vez, siente un amor profundo. Parece vislumbrar una vida nueva para ella: la que Alfredo le ofrece. Su conflicto es terrible: ¿puede acceder ella a esa vida, o tendrá que esperar la muerte, entre fiestas y placeres?
La voz de Alfredo en su recuerdo parece imponerse al final del acto.
ACTO II
Unos meses después del primer encuentro.
Alfredo y Violetta se han instalado en una villa cercana a París. Alfredo entra en el invernadero de la casa, buscando a su amada. Al no encontrarla, rememora que ha llegado a su vida. Entra Annina, la sirvienta de Violetta, y le dice que ésta le ha encargado ir a París a vender sus alhajas y así poder pagar las deudas de la idílica vida que llevan los dos amantes. Alfredo, avergonzado, sale inmediatamente para la ciudad con el propósito de procurarse fondos y resolver, así, la situación económica que desconocía.
Regresa Violetta, con Annina. Flora, la amiga de Violetta, los invita a un baile que se celebrará esa misma noche, pero la joven no tiene ganas de ir y se queda en casa. Allí recibe la inesperada visita de Giorgio Germont, padre de Alfredo, que viene con la intención de acabar con aquellas relaciones, sobre todo, porque cree que Violetta es la responsable de arrastrar a su hijo a la miseria. Por el contrario, descubre que es Violetta la que está vendiendo todo lo que posee para mantener a los dos. Giorgio, no obstante, pide a Violetta, que se sacrifique renunciando a Alfredo para no frustrar el proyecto de matrimonio de su hija, ya que aquella unión de escándalo es una vergüenza para la familia. Pide a Violetta que abandone a su amante pero que no le diga por qué lo hace. Ella, al principio, se niega a romper con Alfredo; pero finalmente, llena de tristeza, consciente de ello, renuncia a él, pidiéndole a Germont que diga a su alguien se ha sacrificado por su felicidad.
Violetta escribe una nota a Alfredo en la que dice que lo abandona, sin más explicaciones, de tal modo que él pueda pensar que lo ha engañado durante todo ese tiempo.
Regresa Alfredo, abatido,m porque no ha podido solucionar el problema del dinero. Al ver a Violetta, le pide que le deje leer la nota. Ella se opone y, entre lágrimas que no puede contener, le pide que la ame tan apasionadamente como ella le ama a él, y se marcha. Alfredo no sabe lo que ha sucedido, hasta que un mensajero le hace entrega de la carta en la que Violetta le dice que lo abandona. Lleno de angustia, ve entrar a su padre que intenta consolarlo y le propone que regrese con él a Provenza. Pero Alfredo sospecha que Violetta se ha marchado con Douphol, su antiguo amante. Al ver la carta que Flora envió a Violetta, decide ir a la fiesta, encontrarse con ella y vengarse.
ACTO III
Unas horas después, en casa de Flora, en plena fiesta “española” de disfraces.
Unas “zíngaras” y unos “toros”, acompañados de todos los invitados, bromean sobre el amor entre hombres y mujeres: nada de fidelidad, nada de amor verdadero; lo mejor, coquetear, disfrutar el momento.
Inesperadamente, llega Alfredo, saluda a sus amigos y se une a un grupo de jugadores de cartas.
Aparece Violetta del brazo del barón Douphol. El descubrimiento de la presencia de su amado la conmueve. Alfredo, que está ganando en el juego, hace ilusiones insultantes que no pueden referirse sino a Violetta. Se produce una gran tensión entre Alfredo y el barón y el duelo parece inevitable.
Cuando los asistentes a la fiesta son reclamados para ir a cenar, Violetta le pide a Gastón que le concierte una cita con Alfredo.
Sola con Alfredo, Violetta le pide que le deje, por la propia conveniencia de él. Eso hace aumentar la furia de Alfredo, que alcanza su punto culminante cuando ella le dice- sin revelarle la verdad de lo ocurrido- que ama al barón. Alfredo llama a los invitados, insulta a Violetta y les hace testigos- lanzando a Violetta el dinero que ha ganado en el juego- de que ha pagado totalmente su deuda con ella. Mientras todos los invitados se muestran indignados por la conducta de Alfredo, entra Giorgio Germont y descalifica la acción de su hijo. El acto finaliza mientras oímos a la desdichada, Violetta afirmando que sigue enamorada de Alfredo; al tiempo que Douphol reta a Alfredo a un duelo.
ACTO IV
Febrero, otra vez París.
Violetta vive sola con su fiel Annina. Los acreedores tienen puesto cerco a la casa: esperar su muerte, para subastar sus últimas posesiones.
Violetta está gravemente enferma. Muy de mañana, recibe la visita del médico. Este la tranquiliza, pero confiesa a Annina que le quedan muy pocas horas de vida. Se marcha Annina y Violetta vuelve a leer la carta que ha recibido del padre de Alfredo, en la que le dice que ha revelado a su hijo el sacrificio de su amada y que Alfredo se ha puesto camino para pedir perdón a Violetta. Pero ella, desesperada, dice que no puede esperar más: se queja de su terrible enfermedad y dice adiós los pocos bellos momentos del pasado que vivió junto a Alfredo.
Por la ventana, entra a raudales el bullicio del carnaval, que se celebra en la calle. Violetta lo contempla, desesperada. Vuelve Annina, muy excitada, para anunciarle el regreso de Alfredo. Los enamorados se funden en un abrazo, en el que todas las pasadas amarguras quedan olvidadas. Alfredo dice a Violetta que le llevará fuera de París. Pero después de estos momentos de intensa alegría, Violetta se siente mal y envía a Annina en busca del médico, dándose cuenta de que su muerte está muy próxima.
Entra en escena el padre de Alfredo. Violetta entrega a su amado un medallón, diciéndole que se lo dé a la mujer con la que se una en matrimonio. Annina llega con el médico y todos presencian la súplica de Violetta a Alfredo.
Súbitamente, cesa la agitación de la enferma. Violetta se siente renacer, como si ante ella se abriese una nueva vida.
Pero todo es un instante: Violetta muere, entre los brazos de Alfredo y la mirada culpable de Germont.

